Declaratorias de la UNESCO: ¿para qué y a quién sirven realmente?

La expansión de la industria turística ha provocado que la política cultural se oriente hacia el mercado masivo de productos culturales, la cual, no favorece ni los significados, ni los usos tradicionales, ni mucho menos la participación activa de comunidades y pueblos en la toma de decisiones sobre la cultura del pueblo p’urhépecha.

La declaratoria de la pirekua, representa una nueva forma de dominación por parte de los grupos que buscan la acumulación de capital económico al haber sido promovida desde la Secretaría de Turismo del estado de Michoacán.

No sólo es el territorio de comunidades y pueblos, lo que interesa a los dueños del dinero y a los empresarios, sino también aquello que llamamos cultura. El despojo hacia los pueblos indígenas y rurales, no sólo se lleva a cabo a través de la instalación de megaproyectos como la minería a cielo abierto, termoeléctricas o la construcción de ciudades rurales en las comunidades sino también por los proyectos turísticos que no sólo reordenan el territorio sino también las manifestaciones culturales que ahí ocurren, enfocándolas para producir dinero que se repartirá entre unos cuántos.

La pirekua es y ha sido un canto que arropa comunitariamente y permite sentirse parte de un mismo pueblo, pero cuando la pirekua se pone a la venta por parte de empresarios o instituciones gubernamentales, entonces ésta se convierte en un mero objeto de consumo y pierde su sentido comunitario.

¿Qué sucede cuando la música tradicional y la pirekua se interpretan para el mercado turístico?:

a) La estandarización de sus formas estéticas porque se busca agradar a los turistas.

b) Se convierte en un espectáculo musical para públicos consumidores de “tradición”.

c) Las nuevas generaciones piensan que tocar un instrumento o cantar pirekuas es para que los turistas vengan a verles.

d) Tiene un impacto negativo entre los músicos, compositores y pirericha porque se compite por espacios y por tocar en grandes escenarios sean de festivales o de concursos. Espacios dirigidos a un público masivo, y donde se dan malos tratos a los músicos y pireris.

e) Se pierde el poder de decisión sobre la cultura, sus significados y formas, porque son las instituciones y los empresarios los que deciden qué se debe hacer con ella, cómo y dónde hacerlo.

f) Se convierte al músico y al pireri en objeto turístico exótico, o bien, no se permite tocar dignamente en restaurantes o plazas porque “se molesta al turista” como sucede en Pátzcuaro.